La luz se palpa aún a ciegas y desde la vorágine de unos ojos centellea, transidos de su magia, tambaleantes, subimos o bajamos escaleras. Genial, sublime.
La luz se palpa aún a ciegas y desde la vorágine de unos ojos centellea, transidos de su magia, tambaleantes, subimos o bajamos escaleras. Genial, sublime.
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