Para pensar apenas un encuentro,
convine al fin errar bitácoras
en categóricos crepúsculos
con peso grave de equipajes.
Un ánimo virado a la penumbra,
abdomen turbio de sentidos,
tímidos fragmentos los deseos
a la sazón de un síncope de ausencia.
Tras la decadencia adolecida,
alucinada y presa en el delirio
salvaje y osado de tu boca;
en un minuto de ternura
de afín delicia a las mañanas:
contorno sonámbulo y a la espera.
Nuestro inventario de batallas
de apócrifos besos y roces inventados
sueña el laurel de instante definido
en un miedo gris de soledades,
de imagen concebida,
sin auxilio de tu sueño en el espejo.
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