jueves, 28 de abril de 2011
miércoles, 27 de abril de 2011
martes, 26 de abril de 2011
Sugerencia. Dame tu libertad... , Pedro Salinas
Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
igual que un viento universal,
un olor de maderas
remotas de tus muebles,
una bandada de visiones
que tú veías
cuando en el colmo de tu libertad
cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
blancos, limpios y agudos como dientes,
me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
del puerto, pensativa,
en las quillas inmóviles
el alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo parado,
igual que en sosegado soto
siente la rama
donde el ave se posa,
el ardor de volar, la lucha terca
contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
con un temblor de hoja en que se paran
gotas del cielo al suelo.
La quiero
para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
por el mar, por el tiempo,
veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.
viernes, 22 de abril de 2011
Silencio. Mela
Latido de palabra en el silencio,
te muerde los labios hostigados.
Visión de espera desangrada:
trenes sin ruido y con alma,
erráticos y ausentes,
se inquietan los fantasmas.
Mela
lunes, 18 de abril de 2011
Sugerencia. Proyecto de un beso, de Leopoldo Panero
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
y el primer somormujo me diga su palabra.
Te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias.
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga.
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra.
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra.
Te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde.
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde.
Te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido.
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra.
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra.
Te mataré mañana cuando la luna salga,
y al salir de aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación.
y al salir de aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación.
Te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida.
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida.
Te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas.
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas.
Te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche.
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
y el primer somormujo me diga su palabra.
Leopoldo Mª Panero
miércoles, 13 de abril de 2011
Sugerencia. Frío de límites. Antonio Gamoneda
Frío de límites
A la penumbra auricular no viene nunca el sonido del
amanecer. Muge el silencio en las ocultas bóvedas y se desliza en tus membranas. Silban los pájaros y tu pasión es sorda.
Tú no estás ya en tus oídos.
Va a amanecer. Hay noche aún sobre tus llagas.
Ya vienen los cuchillos del día. No
te desnudes en la luz, cierra los ojos.
Quédate en tu cama sangrienta.
Ardes bajo las túnicas carnales.
Ha sido inútil la sutura negra:
no hay agua en ti. todas las fuentes manan en otra edad
y se enloquece la pureza de la copa vacía.
Entra en tu cuerpo y tu cansancio se llena de pétalos. Laten en
ti bestias felices: música al borde del abismo.
Es la agonía y la serenidad. Aún sientes como un perfume la
existencia.
Este placer sin esperanza, ¿qué significa finalmente en ti?
¿Es que va a cesar también la música?
amanecer. Muge el silencio en las ocultas bóvedas y se desliza en tus membranas. Silban los pájaros y tu pasión es sorda.
Tú no estás ya en tus oídos.
Va a amanecer. Hay noche aún sobre tus llagas.
Ya vienen los cuchillos del día. No
te desnudes en la luz, cierra los ojos.
Quédate en tu cama sangrienta.
Ardes bajo las túnicas carnales.
Ha sido inútil la sutura negra:
no hay agua en ti. todas las fuentes manan en otra edad
y se enloquece la pureza de la copa vacía.
Entra en tu cuerpo y tu cansancio se llena de pétalos. Laten en
ti bestias felices: música al borde del abismo.
Es la agonía y la serenidad. Aún sientes como un perfume la
existencia.
Este placer sin esperanza, ¿qué significa finalmente en ti?
¿Es que va a cesar también la música?
Sugerencia. Altazor o el viaje en paracaídas, Vicente Huidobro
Altazor o el viaje en paracaídas (Fragmento), Vicente Huidobro
Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas
Reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños
Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez
El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento
Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrima que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio
Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar
Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche
Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño
En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta
Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte
Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?
Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas
Mí alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arcoiris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas
Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?
Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas
Mí alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arcoiris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas
Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?
Vicente Huidobro - Wikipedia, la enciclopedia libre
Vicente Huidobro. A media voz
martes, 12 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
Perdices en el campanario. Mela
Perdices en el campanario
No quiero palomas,
no veo las gaviotas.
El metal repica silencio,
garganta árida en el mar de los ojos,
olas con espuma de barro
arrastran mi cuerpo de piedra.
¿Qué te anuncia su voz?
Despacio y gritando,
bastan unas palabras
y la sigues con los párpados reposados.
Hoy se estremecen las perdices en el campanario.
No te nombro
no puedo.
Prestame un ratito tu bálsamo
para esta herida que no sangra.
Te plantaré albahaca entre jazmines,
me vestirás mayo de violetas,
cogeremos mandarinas en los limoneros,
cantaré nanas a los sapos,
trillarás y aventarás mis miedos.
No te nombro
no puedo.
Hoy se estremecen las perdices en el campanario.
Mela
miércoles, 6 de abril de 2011
Sugerencia. El poema de amor que nunca escribirás. Carlos Marzal
Debería nombrar (debería intentarlo)
el afán hasta hoy por ti dilapidado
en perseguir amor, que quizá fuera tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.
Debería acoger, dar lugar a unos labios
que nombraran sin fe, sólo de cuándo en cuándo
-por momentos, sinceros; por momentos, falsarios-
diálogos de alcoba que pareciesen tangos
(eso acaban por ser, o algo más triste acaso,
siempre que en la distancia solemos evocarlos):
De esta vida tan sucia, de sus trabajos vanos,
me consuela, mi amor, el fingir, fabulando,
otra eterna contigo, cogidos de la mano.
Y habría de alojar dictámenes sagrados,
con los que, ya bebidos, tanto nos excitamos:
De entre todas las perras que en la noche he tratado,
la más perra eres tú. Debería, malsano,
contener esas citas de los domingos vastos,
insulsas y festivas, amasadas de hartazgo,
en que la vida toda se obstina en maltratarnos,
con su aire de ramera experta en el contagio
del odio hacia la vida, del tedio y del cansancio.
No podrían faltar los cuerpos del verano,
cuando la adolescencia ardía por el tacto,
en especial aquél de todo lo vedado.
Ni habría de omitir el vicio solitario,
por el amor perdido en inventar los rasgos
del amor, que, entretanto, no dormía a tu lado.
Y en él habitarían con todo su sarcasmo
-al fin y al cabo son tristes muertos de antaño,
fragmentos de tu vida que salvas del naufragio-
las cartas sin respuesta; yesos aniversarios,
tiernamente ridículos después de celebrados,
que dejan en el alma aroma a mal teatro.
Y los reproches mutuos, merecidos y agrios,
dirigidos al centro del dolor, como un dardo
con toda la miseria que acarrean los años.
El placer del acoso, cuando el amor intacto,
y cuando la ignorancia, ese bálsamo arcano,
no señalaba límites al indudable ocaso.
El maldito poema tanto tiempo aplazado,
y que no escribirás, porque el tema es ingrato,
querría redimirte de todos tus letargos.
Una voz que te daña diría murmurando:
Del amor, amor mío, te quiero siempre esclavo,
para que tus palabras no tengan que inventarlo.
Quien a ese poema de amor dilapidado
incauto se atreviera, sin calcular el daño,
amaría el amor, probablemente tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.
Carlos Marzal. de "El último de la fiesta"
Sugerencia. El poema de amor que nunca escribirás. Carlos Marzal
El poema de amor que nunca escribirás
Debería nombrar (debería intentarlo)
el afán hasta hoy por ti dilapidado
en perseguir amor, que quizá fuera tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.
Debería acoger, dar lugar a unos labios
que nombraran sin fe, sólo de cuándo en cuándo
-por momentos, sinceros; por momentos, falsarios-
diálogos de alcoba que pareciesen tangos
(eso acaban por ser, o algo más triste acaso,
siempre que en la distancia solemos evocarlos):
De esta vida tan sucia, de sus trabajos vanos,
me consuela, mi amor, el fingir, fabulando,
otra eterna contigo, cogidos de la mano.
Y habría de alojar dictámenes sagrados,
con los que, ya bebidos, tanto nos excitamos:
De entre todas las perras que en la noche he tratado,
la más perra eres tú. Debería, malsano,
contener esas citas de los domingos vastos,
insulsas y festivas, amasadas de hartazgo,
en que la vida toda se obstina en maltratarnos,
con su aire de ramera experta en el contagio
del odio hacia la vida, del tedio y del cansancio.
No podrían faltar los cuerpos del verano,
cuando la adolescencia ardía por el tacto,
en especial aquél de todo lo vedado.
Ni habría de omitir el vicio solitario,
por el amor perdido en inventar los rasgos
del amor, que, entretanto, no dormía a tu lado.
Y en él habitarían con todo su sarcasmo
-al fin y al cabo son tristes muertos de antaño,
fragmentos de tu vida que salvas del naufragio-
las cartas sin respuesta; yesos aniversarios,
tiernamente ridículos después de celebrados,
que dejan en el alma aroma a mal teatro.
Y los reproches mutuos, merecidos y agrios,
dirigidos al centro del dolor, como un dardo
con toda la miseria que acarrean los años.
El placer del acoso, cuando el amor intacto,
y cuando la ignorancia, ese bálsamo arcano,
no señalaba límites al indudable ocaso.
El maldito poema tanto tiempo aplazado,
y que no escribirás, porque el tema es ingrato,
querría redimirte de todos tus letargos.
Una voz que te daña diría murmurando:
Del amor, amor mío, te quiero siempre esclavo,
para que tus palabras no tengan que inventarlo.
Quien a ese poema de amor dilapidado
incauto se atreviera, sin calcular el daño,
amaría el amor, probablemente tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.
Carlos Marzal. de "El último de la fiesta"
Sugerencia. Último brindis. Nicanor Parra
Último brindis
Lo queramos o no
sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó...
como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.
Nicanor Parra
Nicanor Parra - Wikipedia, la enciclopedia libre
A Media voz. Nicanor Parra
Índice poemas - Nicanor Parra
25 poemas de Nicanor Parra
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